martes, 26 de julio de 2016

DÍA 9: EL CETI.


Melilla, martes 26 de julio de 2016.
Hoy es santa Ana, y María, nuestra chica tudelana, ha pasado el día entre emoción y emoción; o, mejor, entre emoción y contractura, porque ha tenido dolor a causa de una. Hoy ha añorado su ciudad y su familia, sobre todo a su familia, porque el día de santa Ana siempre ha sido para ella muy familiar.
 
Por lo demás, un día normal, (¡qué pronto normalizamos los seres humanos!). Por la mañana, trabajo con los menores. He ido con un grupo a recoger a los chicos de la Purísima. Cuando llegábamos con el coche varios de ellos ya estaban bajando. Hemos ido al campo de fútbol del Tesorillo y hemos hecho juegos diversos. Calor, mucho calor, un día de bochorno. Ha estado bien, han participado activamente y todo se ha desarrollado bajo un cierto control, hasta que ha llegado la guerra de agua. Pero la verdad es que apetecía.
Por segundo día, hemos acompañado a los niños de la gota de leche, tal como acordamos en la reunión del domingo, porque parece ser que los últimos días de la semana anterior algunos muchachos de la Purísima fueron allí a molestar. No ha habido ningún problema, han sido receptivos y se han ido sin molestar.

De hecho, con nosotros siempre han sido muy educados los muchachos de la Purísima. Es lo que le hemos dicho a la trabajadora social de ese centro que, casualmente, estaba en nuestra casa cuando hemos llegado a la hora de comer. Yo personalmente le he manifestado la importancia de que todos los menores estén escolarizados y que no comprendo que muchos no lo estén. Soy consciente de que la mayoría de esos muchachos no quieren estudiar, pero alguno podría. Le he citado a Mamadou Alfa, y ella me ha contado que estuvo escolarizado y no acudía a clase. Nos ha explicado las dificultades que esa escolarización comporta y cómo muchos de esos jóvenes son escolarizados en aulas aparte, lo que provoca su desmotivación y su no asistencia a las clases. Esto ya está denunciado ante la administración y también ante la fiscalía.
 
Por la tarde hemos visitado el C.E.T.I., Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Quienes lo visitaron el año pasado han constatado que está en muchas mejores condiciones, ya que hace un año padecía superpoblación, con familias sirias completas y una población de 400 niños. En la actualidad, tiene cabida para unas 1000 personas y hay pocas más de 600. La imagen que nos han presentado me ha parecido un poco idílica, como una gran familia, donde nunca hay problemas; pero basta ver la procedencia de las diferentes personas y comprender las diferentes razones por las que están ahí, para darse cuenta de que la convivencia no debe de ser fácil. Cuando salen del centro van a la península y… más de lo mismo.
A pesar de todo, el CETI me ha parecido una muestra de que estamos en un país desarrollado, pues sus instalaciones eran buenas y daban sensación de orden y limpieza. ¡Qué distinto de lo que vimos en Nador! El CETI se financia con dinero público, el centro de Nador con donaciones. Si quienes vimos en Nador consiguieran pasar, muy probablemente el CETI sería su primera casa en España.
Supongo que el CETI y muchas de las cosas que vemos estos días serán vistas por muchos como “daños colaterales” de nuestra política de fronteras. Mientras sólo invirtamos en levantar vallas más altas, el problema persistirá. En mi poemario “El cor mudat” ya escribí que África grita en silencio y algún día van a estallarnos los tímpanos. Yo llevo unos cuantos días que me zumban los oídos.
 

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